viernes, 14 de diciembre de 2007


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EL VALOR VERITATIVO DE UNA IMPRESIÓN
Juan David Ardila Suárez

Para entender el problema que se va tratar en este trabajo es necesario tener claros algunos conceptos. Esto es lo que, en primera instancia, se pretende hacer. Los conceptos que se va a intentar esclarecer son los de impresión, impresión verdadera, e impresión falsa.
La modernidad nos hizo concientes de que hay una gran distancia entre el mundo y el sujeto que lo percibe. Quienes se han acostumbrado a tener como propia esta perspectiva, consideran que el mundo afecta a nuestros sentidos y gracias a esto los sentidos le brindan a la mente una imagen mental de lo que es el mundo. Así, por ejemplo, es gracias a los ojos que nuestra mente puede tener la imagen de una manzana. A esta imagen del mundo se llamará impresión. Una impresión podría ser, entonces, burdamente definida como la imagen mental que se forma por el influjo de un objeto externo. Podemos decir, por ahora, que los estoicos tuvieron una concepción similar de las impresiones a la que se ha descrito.
Así mismo, se puede decir que hay impresiones falsas e impresiones verdaderas. Nos contentaremos ahora sólo con dar una descripción ingenua del hecho de que las impresiones tengan valor veritativo, una que no corresponde a lo que dicen los estoicos sobre ello (esto lo veremos más adelante).
En esta descripción ingenua, las impresiones verdaderas son las que corresponden a un objeto externo. Como dijimos una impresión puede ser vista en términos de una imagen. La imagen correspondería al objeto externo, si lo que muestra del objeto externo lo tiene en realidad el objeto. Las impresiones falsas, entonces, serían aquellas que no corresponden a un objeto externo.
Ya que se han esclarecido algunos conceptos básicos para el tratamiento de la epistemología estoica, podemos proceder a explicar el problema que se va a tratar en el resto del escrito. Como vimos, cuando se dice que una impresión es verdadera o falsa, usualmente se entiende que la imagen por sí sola puede corresponder o no a la realidad. Sin embargo, esto no vale para el caso en el cual uno dice que las impresiones al ser causadas por un objeto real, muestran a este objeto real, pues de cierta manera todas las impresiones corresponden a un objeto real. Una teoría similar tendrían los estoicos, pues, según Aecio, “una impresión sería para Crisipo una afección que se revela a sí misma y a su causa”. En efecto, en la cita no parece excluirse a ningún tipo de impresión de la categoría revelarse a sí misma y a su causa ni siquiera a las falsas. El propósito de este escrito es encontrar una manera alternativa de entender el hecho de que una impresión tenga valor veritativo.
El problema se va a centrar en la correcta interpretación de un pasaje de Sexto Empírico. Según él, para los estoicos “algunas impresiones son verdaderas, otras falsas, otras verdaderas y falsas”. Los ejemplos que dan de cada una de estas categorías son los siguientes. Cuando tenemos la impresión del sol y, en efecto, es de día, esta es una impresión verdadera. Una impresión falsa, en cambio, es la que uno tiene de un objeto recto que se sumerge en el agua, pues en esta impresión se muestra al objeto como si hubiera habido una ruptura en él, cuando en realidad esto no ha pasado. Para ilustrar la última categoría los estoicos recurrieron a su historia. Citan el caso de Orestes, el célebre hijo del atrida Agamenón. Según ellos, éste cuando tuvo una impresión de su hermana Electra, se la atribuyó a una de las míticas Furias.
Recurrimos a los ejemplos, pues, a veces, el uso que un autor le da a ciertos conceptos es muy ilustrativo. Lo que se pretende hacer ahora es describir dos propuestas para la interpretación de este pasaje. Por un lado, la que se ha llamado postura fisicalista. Por el otro, se tiene la postura bijuicial. Cabe destacar que lo que pretendemos hacer no es dejar a un lado el resto de la teoría estoica de la impresión para concentrarnos en la búsqueda del sentido de un pasaje de manera aislada: cada postura va intentar acomodar a estos ejemplos lo que dicen los estoicos sobre la impresión. Al hacer este examen se pretende reevaluar la interpretación ingenua que del valor veritativo de una impresión se dio del comienzo del escrito.
Empecemos con la postura fisicalista. Según esta interpretación, cuando los estoicos hablan de la verdad o falsedad de una impresión, están pensando en la claridad u oscuridad de la misma. Como ya dijimos, toda impresión es causada por un objeto externo. Sin embargo, no todas las impresiones muestran a su causa con una exactitud plena. ¿Qué significa esto? Si una impresión es clara, esto implica que, gracias a esta impresión, puedo identificar plenamente al impresor[1], que puedo saber quién la causó. Así, la impresión que del sol tengo es muy clara porque sé que ésta sólo puede tener como origen a ese astro. No es una impresión clara la que tiene una persona no diestra en el arte de la música, de dos notas musicales. En efecto, si a esta persona se le ponen a oír cualquiera de estas en un orden arbitrario es muy probable que ésta no sepa cuál es cuál. Como vemos ésta no identifica bien cuál es la causa de dicha impresión, sino que la confunde con otras impresiones.
Cabe destacar ahora el concepto de impresión aprehensiva, el cual está íntimamente ligado con esta noción de claridad y de verdad que propone la postura fisicalista. Según los editores de Hellenistic Philosophers, los estoicos introdujeron este concepto con el fin de reconocer las impresiones verdaderas y diferenciarlas de las falsas (Cf. L&S: p. 250).
Este tipo de impresión tiene varios rasgos que permiten identificarlas. Las dos características esenciales de este tipo de impresiones es que, además de ser causadas por un impresor, muestran con completa exactitud a su causa. Ya sabemos lo que esto quiere decir. Como vemos, según esto una impresión verdadera sería igual a una impresión aprehensiva, y una falsa igual a una inaprensiva, la última o bien no sería causada por un impresor o bien no muestra con completa exactitud a su causa[2].
No obstante, aquí puede surgir un pequeño inconveniente (saliéndonos un poco del argumento). Vimos que según los estoicos, todas las impresiones son causadas por un objeto externo (Cf. Ibíd. § 39B4), entonces ¿por qué los estoicos hablan de que una posible característica de las impresiones aprehensivas es que éstas no tengan un impresor? Aquí se hace importante distinguir las impresiones de las ilusiones. Las ilusiones son estados mentales que un hombre adquiere cuando está durmiendo, por enfermedades mentales, o por ilusiones que se hacen muy sugestivas. De esta manera, el primer rasgo de las impresiones aprehensiva puede ser más claramente expresado de la manera: «una impresión aprehensiva no puede ser una ilusión».
Volviendo a lo nuestro, vimos que la postura fisicalista sostiene que el criterio para determinar la verdad de una impresión es que ésta sea aprehensiva. Vamos ahora a ver los argumentos que se dan para defender esta propuesta. Para los fisicalistas, si la imagen que tengo es muy clara mostrando su causa, ya es verdadera. Sin embargo, para entender la postura fisicalista es necesario entender a qué se está enfrentando. Veamos algunos aspectos básicos de la postura bijuicial.
Antes de pasar a describir la propuesta interpretativa que los partidarios de la postura bijuicial dan, describiremos un esquema bijuicial de la impresión. Hay que tener en cuenta el gráfico que se puso en el inicio de la entrada:

Según los bijuiciales[3], la impresión tiene el siguiente proceso[4]. Primero, tengo una imagen en la mente. Esta imagen tiene los rasgos a, b, c y d. Sin embargo, el individuo que tiene la imagen no es conciente de que los rasgos que ve son los mismos que a, b, c, y d. Aquí entra a jugar la asociación o estructura de identidad. En la ilustración no se ve un aspecto importante que debe tener el proceso: hay dos memorias. La primera memoria es una memoria inmediata. El individuo almacena la impresión y la analiza: la descompone en sus rasgos básicos. Hay otra memoria, una memoria conceptual. Como su nombre lo indica ésta se compone de definiciones (un concepto es una definición). Algo almacenado podría ser, por ejemplo, el concepto de igualdad. En la memoria conceptual (en la gráfica ‘memoria’), están las condiciones suficientes y necesarias para que un objeto pueda ser igual a otro.
Hablemos de lo que llamamos estructura de asociación. La memoria inmediata es confrontada por la mente con la memoria conceptual. Esto se puede ver en la segunda gráfica. El proceso mental consistiría en que la mente toma los rasgos que almacena en la memoria inmediata y los compara con cada una de las condiciones que debe cumplir una cosa para ser identificada con un cierto concepto. Si cumple las condiciones de un concepto, entonces ese rasgo es identificado con el concepto. Si el rasgo no cumple las condiciones, entonces por un proceso mental se pasa a otro concepto. Hay dos posibilidades o el rasgo cumple una de las condiciones para ser identificado de al menos uno de los conceptos o no cumple ninguna. En el último caso, el rasgo se identifica con el concepto “ser-desconocido”.
Hay que destacar que hay conceptos complejos. Estos son de la forma, “si un x tiene como rasgos a w, y, z, entonces es un a”. Como se ve el proceso de identificación de estos conceptos presupone una identificación previa de rasgos esenciales. Una cosa, para ser identificada con un concepto complejo, debe poseer, para el individuo, ciertos caracteres (ya identificados). Luego, se procede por confrontación, como en el caso de los objetos simples, buscando cómo se denomina a un objeto complejo que tiene esos rasgos ya identificados. También hay dos posibilidades en este caso.



Los bijuiciales piensan que si una persona identifica a una impresión que tenga en cierto momento con un cierto objeto, está haciendo un juicio, un juicio interpretativo. Según esto, un juicio no siempre es explícito; de estos procesos de identificación a menudo no nos damos cuenta. Cuando la persona tiene una imagen, digamos de un carro rojo (supongamos una etapa de entera ignorancia), por medio de un proceso de asociación llega a la conclusión de que frente a ella hay un carro. Cabe decir que esta información está en su mente en forma de juicio.
La postura se llama bijuicial porque se basa en un proceso con dos juicios. Ya hemos dado cuenta del primero, procedamos, entonces, a describir el segundo. Una vez se tiene el juicio interpretativo de la impresión, el sujeto determina si ese juicio interpretativo se da en el mundo. Volvamos al ejemplo que habíamos tratado. Si la persona llega por el proceso de identificación a que la imagen que tiene es la de un carro rojo en frente suyo, entonces basta todavía que diga si cree que en verdad hay un carro rojo. A este juicio complementario se le llama juicio asertivo. Un juicio asertivo, según se ha dicho ya en otro escrito, establecería si “el juicio interpretativo corresponde o no con el mundo” (Ardila 2007a). Cabe decir que no siempre el juicio asertivo es explícito, como en el caso del juicio interpretativo. Por lo general, de la información que obtenemos de los sentidos no decimos si corresponde o no con el mundo, pues estamos tan acostumbrados a la viabilidad de ellos que sería redundante darles un juicio asertivo positivo[5].
Ya que se ha descrito el esquema básico de la impresión, según los bijuiciales, es necesario ver cuál es su propuesta de interpretación. Según ellos, la verdad, para los estoicos, consistiría en que, al hacer un juicio asertivo positivo del juicio interpretativo de una impresión, éste fuera verdadero. Recurramos de nuevo al ejemplo del carro. El estado último del proceso que se sigue de la impresión, sería el juicio asertivo: «Se da en el mundo: “Hay un carro rojo frente a mí”» Si se da en el mundo, entonces el juicio asertivo positivo sería verdadero.
Recordemos que el propósito de describir estos aspectos básicos de la interpretación bijuicial, era entender los argumentos que daban los fisicalistas. Ya que se ha hecho lo primero, vamos a proceder a hacer lo segundo.
Los fisicalistas piensan, como ya se ha dicho, que una impresión es verdadera sólo si revela a su causa con completa exactitud. Pero, para los fisicalistas se debe tener en cuenta únicamente a la imagen mental, no a ninguno de los juicios que, según los bijuiciales, acompañan a la imagen. En una conversación con Juan Pablo Bermúdez, éste puso como ejemplo el caso en el cual se le presenta a un individuo, A, dos huevos casi idénticos. Digamos que, en primera instancia, otra persona, B, muestra los huevos, uno en la mano derecha otro en la izquierda. Luego, B pone las manos detrás de su espalda y empieza a intercambiar de lugar los huevos sin que A se dé cuenta. Por último, B le muestra otra vez los huevos a A, con el único inconveniente que A no sabe cuál huevo es el que está en la mano derecha y cuál en la izquierda.
Según Bermúdez, la impresión de uno de los dos huevos será verdadera si y sólo si muestra plenamente cuál es el huevo que está en una posición y cuál el que está en la otra. Si esto pasa, el individuo A dirá algo como: “en la mano derecha de B está el huevo que antes estaba en la izquierda”.
Sin embargo, esto no pasa con todas las personas. Para que ocurra este fenómeno, A tendría que tener una experticia extraordinaria. Bermúdez, en la conversación, se preguntó si, si al ponerse a dos individuos, se les pone a hacer la misma prueba, y sólo uno de ellos contesta correctamente (exceptuando a la suerte como causa de este resultado), ¿tendrán los dos individuos una misma impresión o será diferente? La respuesta de Bermúdez no podría ser que ambos tienen una misma impresión, pues, según él, “el juicio que el sujeto se hace sobre la impresión sería lo que variaría”, es decir el juicio interpretativo. Por lo tanto, concluye que el sujeto que responde correctamente tiene unos mecanismos biológicos que le permite a sus impresiones ser más claras y por consiguiente verdaderas.
Esta interpretación no parece con todo ser satisfactoria. Tengo una serie de reparos que hacerle a partir de la teoría estoica. Procederemos, entonces, a decir por qué no se podría deducir esta concepción de verdad de la teoría estoica de las impresiones.
Para la primera parte de esta objeción se tiene que mostrar que no siempre que los estoicos hablan de una impresión verdadera están hablando de una impresión aprehensiva. Veamos el caso del argumento de Arcesilao, un para-estoico, a favor de la suspensión del juicio. El argumento es importante porque ilustraría cómo funciona la concepción estoica de conocimiento (aunque vaya en contra de ella).
En este argumento, Arcesilao parte del principio estoico de que hay conocimiento sólo si hay una impresión aprehensiva que lo justifique. Cuando una persona realiza una inferencia empírica, esta inferencia será conocimiento si la persona sabe que esta inferencia que ha hecho será verdadera, de lo contrario estaría siendo imprudente. Lo que dice Arcesilao con respecto a esto, es que no puede haber una verdad empírica necesaria, es decir alguien no puede saber de antemano si lo que predice será verdadero. Por lo tanto, si afirma algo con respecto al mundo, nunca esta afirmación sería infalible y nunca será conocimiento. En este punto, Arcesilao sostiene que si uno afirma algo, entonces estaría siendo imprudente.
No obstante, Arcesilao no niega que una imprudencia así pueda ser verdadera, lo que niega es que esta verdad sea necesaria (Cf. Long: p.96). En este argumento de Arcesilao, una impresión aprehensiva es diferente a una impresión verdadera. Sin embargo, un fisicalista podría decir que no se puede determinar la teoría estoica a partir de una teoría que va en contra de ella.
Cabe recordar que esta precaución contra las imprudencias está presente en la teoría estoica también; de hecho de allí fue donde los escépticos la tomaron (Cf. L&S 40D). Para Estobeo, “the ignorance is the vice opposite to moderation, and this is insanity because in its relative dispositions it makes our impulses unstable and fluttering” (Ibid. 41I). Esto, según Long, ilustraría que el asentimiento a una impresión inaprensiva podía ser verdadero. La moderación en este caso sería seguir sólo las impresiones aprehensivas. Aquí Estobeo dice de la ignorancia que puede ser débil, pero que no tiene que ser necesariamente falsa. Como vemos, en este caso se estaría distinguiendo a las impresiones aprehensivas de las impresiones verdaderas.
Hay otro hecho que parece probar la ineficacia de la teoría fisicalista. En un fragmento de Sexto Empírico, los estoicos hablan de un criterio extra para que las personas puedan identificar la verdad de una impresión aprehensiva: que ésta no tenga impedimento alguno. Sexto, según Long, ilustra este criterio con el siguiente ejemplo:

Menelao, de regreso a Troya, recibió una impresión aprehensiva de Helena, mas dejó de asentir a ella, debido a la creencia de que Helena estaba aún en su nave; de hecho, la Helena que se hallaba en su nave era un fantasma dispuesto por los dioses para parecer la Helena real. (Citado por Long: p.130).

Según Long, los estoicos consideraron la impresión de Menelao falsa (Cf. Ibíd.). No obstante, si aceptamos la definición de verdad propuesta por Bermúdez, la impresión sería verdadera, pues muestra claramente su causa.
Como vemos hay dos hechos que parecen quedar por fuera de la interpretación de los fisicalistas lo que la hace, hasta ahora insatisfactoria. Nos proponemos, ahora, examinar la teoría bijuicial, para determinar su eficiencia.
Los estoicos, independientemente de que el criterio de verdad fuera distinto al que se pretende probar, sí consideraron al proceso de la impresión similar al de la teoría bijuicial. Según Diógenes Laercio, para los estoicos “la impresión abre el camino; luego el pensamiento, con su habilidad para hablar, expresa por el discurso lo que experimenta como resultado de una impresión” (citado por Long: p.127). Lo que parece concluirse de la cita es que un hombre tiene una impresión, por un lado, y, por el otro, tiene una interpretación de dicha impresión.
Según los estoicos, una impresión es verdadera si el juicio asertivo positivo que se le hace es verdadero (Cf. L&S 39G). Cuando los estoicos hablan aquí de impresión están hablando de la interpretación que subyace en ella (Cf. Long: p.129). Como vemos, el proceso bijuicial está presente en la teoría de impresiones.
Para terminar, quiero mostrar que en la teoría bijuicial los ejemplos que por ahora dañan la teoría fisicalista, se pueden explicar. Comencemos con el primero. Si tengo una impresión, ésta se puede acomodar a unos conceptos más que a otros, pero eso sólo en el caso que la impresión sea muy clara. Sin embargo, cuando la impresión se está haciendo menos clara aumenta el número de conceptos a los que puede ser aplicada.
Ahora, el segundo. Cuando estoy intentando interpretar una imagen, la mente toma varios posibles caminos que le pueden servir para encontrar el concepto. Dado a que la mente de Menelao consideró imposible seguir el camino de identificar a la impresión con el concepto de Helena, sólo pudo identificarlo con el concepto “ser desconocido” cuya aserción es falsa.
[1] En este contexto por impresor se entiende al objeto externo que causa la impresión.
[2] El concepto de impresión aprehensiva se espera complementar más adelante. Esta es una versión parcial.
[3] Bijuiciales= partidarios de la doctrina bijuicial.
[4] La exposición no será muy rigurosa, será más bien una descripción informal.
[5] Juicio asertivo positivo es decir si el juicio interpretativo corresponde con la impresión; negativo en caso contrario.

6 comentarios:

Miguel G. dijo...

Creo que a su trabajo le faltó más rotundidad y claridad. Aunque sí hace la mención a dos formas diferentes de entender la propuesta estoica, en la mayor parte del trabajo el lector se siente perdido en largas y difíciles caracterizaciones de ambas. Sería recomendable no haber invertido tanto espacio en eso y sí haberle dedicado más tiempo a una discusión de las dos propuestas.

Más en concreto, me parece que el párrafo que comienza con "Ya que se han esclarecido algunos conceptos básicos para el tratamiento..." es bastante deficiente. Ahí dice cosas muy importantes que deberían quedar muy claras para el lector, pero realmente resultan confusas. Me refiero a la forma en que plantea su objetivo. No queda tan claro como debería lo que usted quiere hacer.

Otros comentarios: la mención a la Modernidad es desafortunada al comienzo de su trabajo, porque no queda claro qué valor tiene remitirse a ella para entender a los estoicos (más bien confunde, porque uno se queda pensando si para los estoicos también había ese "hueco" entre el sujeto y el mundo). En otro punto usted identifica definición con concepto, algo que requiere de alguna justificación (pero que usted simplemente supone).

aldemar dijo...

Juan David:

Esta versión es una gran mejora con respecto a la anterior. Está mucho mejor ordenada y más clara, y el lector tiene más pistas para seguir sus ideas.

Le recomiendo en todo caso que atienda a los dos últimos puntos señalados por Miguel: más cuidado con los conceptos y con los anacronismos son recomendables.

(Continuará.)

aldemar dijo...

Por otro lado, creo que ud. tiende a complicarse la vida más de lo necesario. Un ejemplo grande de esto es ese pasaje difícil sobre los dos tipos de memoria y los gráficos: sencillamente no son necesarios; la postura "bijuicial" se entiende igual de bien sin ellos. Le recomiendo que en adelante, después de escribir su trabajo, lo relea y le quite todo lo que se dé cuenta de que no es necesario. (Incluso si le parece interesante en sí mismo, si no tiene relevancia para sus propósitos iniciales, es mejor dejarlo de lado.)

(Continuará.)

aldemar dijo...

Ya como colega intérprete y no como profesor, me parecen flojitos sus argumentos. Voy a darle un contraargumento para cada uno de ellos:

1. En primer lugar, ud. me malinterpreta en un punto importante: dice ud. que yo concluyo "que el sujeto que responde correctamente tiene unos mecanismos biológicos que le permite a sus impresiones ser más claras y por consiguiente verdaderas." Yo no hablé de mecanismos biológicos, sino simplemente de experiencia: el que tiene impresiones claras y verdaderas es el experto --o el sabio, en términos estoicos.

2. Su primer ataque se basa en una cita de Estobeo. Sin embargo, dicha cita no dice nada sobre si la ignorancia es o no falsa. En todo caso, predicar la falsedad o su contrario de un estado como la ignorancia suena raro. No estoy seguro, en conclusión, de que este pasaje de Estobeo le sirva para concluir algo sobre la teoría estoica de la verdad.

(Continuará.)

aldemar dijo...

3. Ataca ud. diciendo: "Según Long, los estoicos consideraron la impresión de Menelao falsa (Cf. Ibíd.). No obstante, si aceptamos la definición de verdad propuesta por Bermúdez, la impresión sería verdadera, pues muestra claramente su causa." De hecho, es justamente lo contrario: si la impresión hubiera mostrado claramente su causa, habría hecho evidente que no se trataba de Helena, sino de un fantasma dispuesto por los dioses. Es falsa porque no fue lo suficientemente clara para que Menelao la distinguiera de la Helena real.

4. La cita de Diógenes Laercio que ud. usa a favor de la interpretación “bijuicial” podría usarse en contra de ella, y a favor de la “fisicalista”: en esa cita, precisamente, se distingue de modo tajante entre la impresión y el discurso que se produce sobre ella, de modo que, si la impresión y el discurso son cosas separadas, la verdad o falsedad de la impresión será también algo separado y distinto de la verdad o falsedad del discurso que le sobreviene.

aldemar dijo...

Para terminar, no entiendo la explicación de los dos ejemplos a partir de la interpretación “bijuicial”, con la que ud. cierra su texto.